El IES Miralbueno en la final de los premios “Una lata, una tapa”
La primera edición de los premios UNA LATA, UNA TAPA, concurso donde se premian las mejores recetas de tapas con conservas de pescado y marisco elaboradas por los alumnos / as más creativos de las escuelas de hostelería españolas, tendrá en su final a dos aragoneses.
Silvia Ambrós Serrano y Pablo Carreto Ollero, estudiantes de la Escuela de hostelería del IES Miralbueno de Zaragoza, han quedado entre los cinco finalistas del concurso de un total de 23 escuelas inscritas. Viajarán a Galicia el próximo 23 de noviembre para enfrentarse a prueba final en la que cocinarán in situ sus propuestas frente a un jurado especializado.
Este concurso, organizado por la Asociación ANFACO-CECOPESCA, se ha organizado con la colaboración del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación y #AlimentosdeEspaña.
Silvia Ambrós ha presentado un Pulpo sobre Velouté de azafrán del Jiloca, crespillos y pencas de borraja, ajada altoaragonesa con pimentón y DOP Aceite del Bajo Aragón. El plato despliega las bondades de una selección de productos aragoneses que acompañan al pulpo sin enmascararlo. Además, la elaboración va ligada a un plato de base, confeccionado en el taller de trabajo de cerámica de Alma Atades Cerámica (Asociación Tutelar Aragonesa de Discapacidad Intelectual) asociación sin ánimo de lucro que persigue la integración de las personas con discapacidad intelectual a lo largo de su itinerario vital.
Pablo Carrero, por su parte, propuso una Melva con guacamole sobre patata dorada. La patata, cortada en cilindros, primero cocida y luego dorada en mantequilla aromatizada con tomillo, sirve de base para el resto de las elaboraciones: guacamole, puré de cebolla caramelizada, melva y una crujiente tira de pan de molde.
España es referente en la industria conservera. La calidad de las conservas españolas de pescado y marisco, respetando la tradición pero aprovechando las tecnologías más modernas, han sido puntos claves para hacer crecer el consumo de estos productos.
Esta actividad es fruto de una larga y respetuosa tradición, que más que una industria, es cultura. Nicolás Appert, investigador, descubrió en 1810 que los alimentos se podían conservar por calor en recipientes herméticamente cerrados. Al principio se empleaban envases de vidrio, pero al poco tiempo, Peter Durand comenzó a usar latas, similares a las que hoy en día conocemos. La conserva llegó a España por azar en 1840 al naufragar un barco francés frente a Finisterre. Este accidente sirvió de chispa para la creación, en tierras gallegas, de la primera fábrica de pescado.